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La verdadera bienaventuranza

27 Mientras él decía estas cosas, aconteció que una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo:

—¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que mamaste!

28 Y él dijo:

—Más bien, bienaventurados son los que oyen la palabra de Dios y la guardan.

Jesús se niega a hacer señales

29 Y apiñándose las multitudes, él comenzó a decir: “Esta generación es una generación malvada. Pide señal, y no le será dada ninguna señal sino la señal de Jonás.

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